miércoles, 21 de agosto de 2013

Mi ángel.

Recuerdo aquel día como el peor de mi vida, como el día en el que mi mundo se me vino encima. Aquel 1 de Septiembre de hace 4 años el cielo ganó otro ángel y se llevó con ella gran parte de mí. 
Tengo grabada en mi mente esa imagen de mi madre entrando por la puerta aquella mañana llorando y dándome la peor noticia que me podían dar en aquel momento, no supe qué hacer ni cómo reaccionar sólo quería a mi abuela, sólo quería poder verla, abrazarla y que me dijera que aquello sólo era una terrible pesadilla que cuando despertara ella estaría bien, junto a mi sonriendo como siempre, sólo quería eso.
Siempre tenía una maravillosa sonrisa en el rostro, era la persona más alegre y presumida que jamás había conocido. A pesar de estar en el hospital conectada a miles de máquinas casi sin poder respirar seguía sonriendo, era una luchadora, una mi gran luchadora por no perder la sonrisa hasta el último minuto de vida. 
Por lo menos sé que ya no sufre, que ahora esté donde esté está en paz y tranquila. 
Nunca podré olvidarla, el sonido de su risa, su suave piel, su pelo canoso, su sonrisa, el precioso color de sus ojos claros y ¡lo cabezota que era!. Nunca olvidaré aquellos días que pasábamos juntas paseando o de compras, aquellos domingos juntas, toda las cosas que me decía, cada una de ellas y cada uno de esos momentos los llevo en mi corazón junto a ella. 
¿Dónde estás abuela? ¿dónde? ¿por qué no estás aquí conmigo limpiándome estas lágrimas que caen en este preciso momento por mi mejilla, abrazándome y diciéndome que estás aquí que todo pasó que sólo era una pesadilla y que nunca te irás de mi lado? ¿por qué? ¿por qué me dejastes así? No estoy preparada para enfrentar a la vida sola, necesito aquí a mi lado, necesito tus sabios consejos, te necesito a ti. Abuela soy débil, muy débil, infinitas veces he abrazado tu foto y me he puesto a llorar como una niña pequeña pensando que a ti a quién abrazo, intentando sentirte cerca. Aún espero entrar en tu casa y verte sentada en tu sillón como siempre hacías, sueño con eso, no puedo evitar entrar a tu habitación sentarme en tu lado de la cama y observar como todo permanece exactamente igual a como tú lo dejastes, como siguen allí tus perfumes, tu ropa, tus joyas, e incluso aquella bomba de oxígeno que te ayudaba a respirar, y entonces no puedo evitar llorar al darme cuenta que todo es real, que ya nunca volverás a estar aquí dejándonos ver una más de tus maravillosas sonrisas. 
Abuela, me hicistes muy feliz, muy muy feliz, eras una persona muy grande e increíble y aunque no estés físicamente siempre estarás en mí. 
Te quiero, no lo olvides nunca estés donde estés.

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